miércoles, 19 de febrero de 2014

Encuentro Doloroso en Manises

ENCUENTRO DOLOROSO MANISES

El reloj de la Iglesia de San Juan Bautista marca las nueve y cuarto de la noche, de un día no cualquiera, es Miércoles Santo. El invierno ya lejano, la primavera que se respira, el leve recuerdo de las hojas secas ante la visión de árboles frondosos, el vestir de los maniseros propio del calendario, son testimonios de que empieza todo un ritual, una ceremonia popular, una liturgia callejera, una tradición que año tras año se repite para hacer posible el Encuentro Doloroso entre Nuestra Señora de la Soledad y Nuestro  Padre Jesús del Gran Poder.

Los primeros penitentes empiezan a mover, los capirotes verdes acompasan su movimiento al son del tambor. En orden riguroso, solemne, precedidos de su Estandarte con el rostro del Cristo de las Misericordias, los hermanos de la Esperanza van dejando atrás la Plaza de la Iglesia, encaminándose por la calle Mayor, hacia la calle Obispo Soler. Los hermanos de la Soledad formados están, el color negro inunda el templo, es el color solemne, el de las grandes ocasiones, es el negro elegante de una celebración sino única si peculiar. Nuestra Señora de la Soledad, regia, cercana, en el pasillo de la Iglesia elevada por sus catorce portadores, observando como a un gesto del hermano canastilla van colocándose el capuchón sus cofrades, cogiendo una posición que ya no abandonaran hasta que vuelvan a entrar en la misma Iglesia. Se oye una corneta, es la indicación que la Hermandad va a salir, suenan los tambores y el veterano Estandarte de la Hermandad inicia la Procesión, le siguen los estandartes marianos, la banda de cornetas y tambores, los hermanos de la Soledad y la Virgen, con sus portadores, las camareras de la Virgen y en la Plaza espera la Banda de Música, que interpreta el Himno Nacional anunciando que la Soledad está de nuevo en la calle, va a recorrer Manises, para anunciar a todos que su Hijo está sufriendo y va a morir para salvarnos a todos. Con paso firme y ordenado, la Virgen de la Soledad encara la calle Mayor, se oyen los sones de “Caridad del Guadalquivir”, la música empuja a los portadores y la Virgen va firme y segura. 


      A su vez los tambores de la Flagelación y el Sepulcro dan a entender que la otra procesión ya marcha, se oye las notas de la Saeta, la música de los versos de Machado “Quien me presta una escalera, para subir al madero, a quitarle los clavos, a Jesús el Nazareno. La Saeta el Cantar al Cristo de los Gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar...... y sale a la plaza de la Iglesia la imagen de Jesús del Gran Poder, precedido por la Cruz Guía de la Soledad, mostrando un magnifico porte, con sus voluntariosos portadores, con la carga de la cruz, de una cruz que somos todos, que apoya sobre sus hombros y sin vacilar tira adelante, es el Gran Poder dicen unos, es el Nazareno, es el Gran Llover, el que todo lo puede, al que estamos rogando y rezando, al que le contamos nuestras penas y al que le agradecemos nuestras alegrías, es el Cristo que ampara a todos los hermanos de la Soledad, el que bajamos con esfuerzo y subimos con dificultad, al que llevamos con sudor y cansancio, es el Cristo que centra nuestras historias y anécdotas junto a la Soledad. 

Y de esta forma los dos séquitos recorren la cuna de la cerámica para encontrarse delante del Ayuntamiento. Parón forzoso, el dolor le impide caminar a Maria, la amargura de ver como sufre su Hijo hace que los portadores suspendan la marcha, cuantas madres maniseras se estarán viendo reflejadas en este instante, cuantas mujeres estarán haciendo suyo ese dolor en ese momento. Sin ayuda y sin fuerzas, aunque exhausto por el esfuerzo inhumano, el Gran Poder aún tiene aliento para consolar a su Madre, que gran ejemplo para todos, para los hermanos de la Soledad, para los hermanos de la Esperanza, para los cofrades del Santo Sepulcro y para los miembros de la Flagelación, que le acompañan y desde la pequeñez e impotencia quieren que el Gran Poder haga su trayecto sintiendo el amor y Fe en El y en su mensaje. De repente, dos voces rompen el silencio del momento. Que bella lectura, una voz masculina, otra femenina, y la Virgen de la Soledad comienza a acercarse, la corneta toca silencio e impone que en tan crucial instante no haya mas protagonistas que Maria y su Hijo Jesús, el corneta colorado por el esfuerzo, imbuido de la emoción acaba sus notas para que un gran estruendo anuncie que se han encontrado en el camino del Golgota y ver la reverencia de la Soledad ante el Gran Poder, que como Rey que es es elevado por encima de todos.

En ese momento................ las cuatro hermandades juntas, como siempre han ido, vuelven a marchar por las calles del centro histórico, recorriendo aquellas vías que vieron nacer nuestra Semana Santa Manisera, saboreando la Manises de siempre, la que guarda la esencia de sus gentes. Rojos, morados, verdes y negros en armónica formación acompañan al Gran Poder y a la Soledad en ese camino final, que volverá a tener gran emoción cuando el Nazareno entrando de cara a la Plaza de la Iglesia se despida de su Madre que ve como se le va el Hijo y llama a todos los maniseros a que ayuden a Maria, la acompañen y la consuelen.

FRANCISCO GIMENO MIÑANA

sábado, 15 de febrero de 2014

Acto del Descendimiento, de Francisco Gimeno Miñana.


DESCENDIMIENTO DE MANISES

         Esta es una de las tradiciones populares maniseras, que afortunadamente sigue perdurando entre nosotros, y no obstante los años transcurridos y los afanes de novedades que en muchos órdenes de la vida hemos visto, lo cierto es que el Sermón del Descendimiento sigue manteniéndose “como la perla en su concha”, con toda la pureza de su representación, con ese emotivo cuadro plástico, lleno de unción y fervor, que todos los años presenciamos en los atardeceres del Viernes Santo, en nuestro Templo Parroquial de San Juan Bautista, totalmente lleno de fieles, mientras el Padre Predicador nos va llevando al momento cumbre de la Redención humana, tras de lo cual se produce el acto que todos esperamos y que él nos va detallando con emotiva narración.”  (Artículo José Mª Moreno Royo en Programa de Semana Santa 1975)

         Así describía el Cronista Oficial e Hijo Predilecto de Manises un Acto que ha sabido adaptarse a los tiempos. Año tras año, la tarde de Viernes Santo, tras los Oficios Litúrgicos y momentos antes de la Solemne Procesión del Santo Entierro, se realiza en la Iglesia Parroquial San Juan Bautista de Manises, el descendimiento de la imagen de Cristo Crucificado, en la advocación de Cristo del Salvador, tras haber escuchado el Sermón de la 7 Palabras.

ANTECEDENTES HISTORICOS

         Este Acto, entre la liturgia y el teatro religioso medieval del Reino de Valencia es a partir del Concilio de Trento (1545-1563) cuando se potencia definitivamente la costumbre de representar esta escena de forma autónoma y sin estar enmarcada dentro de una dramatización general de la Pasión de Nuestro Señor, hecho que ocurre del mismo modo con lavatorios de pies, encuentros de imágenes, etc. La intención, fundamentalmente catequizadora, era la de mostrar de forma sencilla los hechos narrados en los Evangelios, para que el pueblo pudiera revivirlos, e incluso participar directamente en ellos, siempre con un lenguaje de gestos simbólicos. Al menos a este período corresponden las primeras ceremonias ya consolidadas de que tenemos constancia documental.. Con el convencimiento que su antigüedad en Manises se remonta varios siglos, encontramos los primeros datos escritos y fechados, en el siglo XIX, cuando el manisero Don Silvestre Arenes Bellver deja las rentas de una casa de su propiedad, sita en la calle del Angel nº 8, para sufragar los gastos que ocasionara el Acto del Descendimiento. Este Acto debió estar complementado con un texto cantado y con música que no ha llegado hasta nuestros días.

         Realizado hasta mitad del siglo XX por los sacerdotes de la Parroquia San Juan Bautista, ha sido posteriormente realizado por diversas Asociaciones, Cofradías, Hermandades o grupos de feligreses, hasta que el 12 de febrero de 1996, reunida la Junta de Hermandades de la Semana Santa Manisera en el Patronato de Acción Social, se aprueba por unanimidad que los miembros de la Hermandad Virgen de la Soledad fueran los encargados de la preparación, realización y coste si lo hubiere del Acto del Descendimiento, como así vienen haciéndolo desde entonces, cumpliendo con lo acordado.

SERMÓN DE LAS 7 PALABRAS

         Previo al desenclavo y descendimiento del crucificado, un sacerdote o religioso realiza un Sermón, basado en las últimas 7 palabras que Jesucristo dijo en la Cruz antes de morir. Las siete palabras de Cristo en la cruz fueron recopiladas y analizadas en detalle por vez primera por el monje cisterciense Arnaud de Bonneval (+1156) en el siglo XII. A partir de ese momento las consideraciones teológicas o piadosas de esas palabras se multiplican. Pero fue San Roberto Berlarmino (Doctor de la Iglesia, 1542-1621) quién más impulsó su difusión y práctica al escribir el tratado Sobre las siete palabras pronunciadas por Cristo en la cruz

1.- Padre perdónalos porque no saben lo que hacen. Lucas 23, 34
2.- En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso. Lucas 23, 39-43
3.- ¡Mujer, he ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu madre!. Juan 19, 25-27
4.- Elí, Elí, ¿lama sabactani?....Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?. Mateo 27, 45-47  y  Marcos 15, 33-35
5.- ¡Tengo sed!. Juan 19, 28-29
6.- Todo está consumado. Juan 19, 30
7.- ¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!. Lucas 23, 46


DESCENDIMIENTO

En el Altar Mayor de la Iglesia de San Juan Bautista, sobre la mesa desnuda, queda fijado el Cristo del Salvador, imagen de tamaño natural y articulada, tallada en madera de pino, con una altura de 1’65 m, con un coste de 8000 pesetas (48 euros), sufragada por el matrimonio Salvador Mestre Prats-Sacramento Vilar Arenes y realizada por el escultor Don José Martínez Solaz con la característica de ser una imagen articulada en los hombros para desclavarle las manos y bajar los brazos. A los pies del altar se sitúa Nuestra Señora de la Soledad (imagen de Alfonso Gabino realizada en 1943), presenciando la escena, acompañando a su Hijo en el momento de su muerte.

Acompañados de un silencio penetrante, sobrecogedor, capaz de transmitir y hablar, con la Iglesia llena de fieles, los miembros de la Hermandad Virgen de la Soledad y Jesús del Gran Poder, representando a José de Arimatea, Nicodemo, la Virgen y San Juan. Tras la muerte de Jesús, José de Arimatea, hombre rico e ilustre, seguidor clandestino de Jesús, miembro del tribunal supremo de los judíos y decurión del Imperio Romano; pidió a Pilato el Cuerpo de Jesús para poder enterrarlo en un sepelio de su propiedad.

Una vez obtenido el permiso, José de Arimatea acordó con Nicodemo, un rico fariseo, maestro en Israel y miembro del Sanedrín; ir al Gólgota a bajar a Jesús de la Cruz. Allí se encontraban Juan Evangelista, el discípulo más amado por Jesús, la Virgen María, María Magdalena y María de Cleofás que contemplaban el cuerpo muerto de Nuestro Señor Jesús. Nicodemo, Juan y José de Arimatea colocaron una escalera detrás de la Cruz. Subieron con unos lienzos y ataron el Cuerpo de Jesús por debajo de los brazos y de las rodillas al tronco de la Cruz. Entonces, fueron arrancando los clavos, martilleándolos por detrás. Los clavos salieron fácilmente debido a las grandes heridas que le habían provocado a Jesús. Una vez retirado el clavo izquierdo dejaron descender ese brazo suavemente sobre el cuerpo. Apoyado el brazo izquierdo, realizaron la misma operación con el brazo derecho de Jesús.

    Una vez liberados los brazos, Nicodemo, Juan y José de Arimatea llevaron la escalera a la parte delante de la Cruz, la apoyaron casi recta y muy próxima a Jesús. Desataron el lienzo de la parte superior y lo colgaron a uno de los ganchos que habían colocado previamente en la escalera. Una vez sujeto el primer lienzo, repitieron el proceso con los demás. Poco a poco fueron descendiendo el Cuerpo por la escalera hasta que estuvo al alcance de sus brazos.

    Habiendo descendido del todo el Santo Cuerpo, lo envolvieron desde las rodillas hasta la cintura y lo pusieron en los brazos de su Madre, llena de dolor y de amor. 

    Los hermanos de la Soledad imitando a aquellos buenos hombres, vestidos con la túnica blanca propia de la Cofradía, ayudados de dos escaleras y un sudario, con la solemnidad requerida por el momento, bajan de la Cruz la imagen de Jesús crucificado, pausando los movimientos, tras los conmovedores golpes sobre el madero para quitar los clavos de la mano y pies de la imagen del Redentor, lo que acrecientan, aún mas si cabe, el dramatismo del momento. Una vez desclavado, el silencio es total y absoluto; la tarde está declinando, se coloca a los pies del Altar Mayor la imagen del Salvador y los fieles acuden a besar los pies del Cristo. Mientras, la Cruz se ha quedado desnuda con la única compañía del sudario y ya se empieza a escuchar los sones desgarradores de los tambores de las Hermandades que anuncian la inminente salida de la Solemne Procesión del Santo Entierro.

Texto: Francisco Gimeno Miñana

Fotografías: Archivo F.G.M

Estandarte de la Hermandad de la Soledad, de Manises



Estandarte 
Hermandad Virgen de la Soledad y Jesus del Gran Poder


Estandarte Hermandad de la Soledad, Manises.
       El Estandarte o Guion de la Hermandad de la Soledad, de Manises, data de 1947, misma fecha en la que fueron aprobados sus Estatutos y por tanto erigida canónicamente en la Parroquia de San Juan Bautista, dos años después de su fundación en 1945. 

       Portado sobre una vara metálica vertical, cruzada por una vara horizontal haciendo la forma de cruz, y rematada en la actualidad por el escudo de la Hermandad, la cruz con el sudario rodeado de la corona de espinas, aunque durante décadas el remate fue una sencilla cruz de metal. 

    El estandarte esta confeccionado con tela de terciopelo negra, ribeteada de un fleco en blanco y negro, y sobre la tela hay bordados en plata una serie de símbolos de la Pasión.

     El motivo central es la Santa Cruz, símbolo del cristianismo, del que cuelga el Sudario con el que fue descendido el cuerpo de Jesucristo.

  En el ángulo superior derecho los tres clavos con que Jesucristo fue crucificado que nos recuerda el tormento que padecio. La muerte de Jesús fue todavía peor que la crucifixión común. No a todos los criminales condenados los clavaban a la cruz. Muchos eran amarrados. A Jesús lo acostaron y clavaron sus manos en posición abierta en el madero horizontal. Esta viga se llamaba patibulum y en ese momento estaba separado el madero vertical, que estaba clavado al suelo de forma permanente.

    Los clavos que los romanos usaban eran de trece a dieciocho centímetros de largo, afilados hasta terminar en una punta aguda. Se clavaban por las muñecas.  El clavo atravesaba el nervio mediano. Ese es el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo que lo martillaba. Este dolor es similar al que uno siente cuando se golpea accidentalmente el codo y se da en ese huesito (en el nervio llamado cúbito), pero ahora imagine tomar un par de pinzas y presionar hasta triturar ese nervio, ese dolor es similar al que Jesús experimentó.  Al romper ese tendón Jesús y por tener sus muñecas clavadas, Jesús fue  obligando a forzar todos los músculos de su espalda para poder respirar.

Estandarte abriendo paso de la Hermandad, calle Mayor.
    En el ángulo superior izquierdo la lanza y el hisopo. De la lanza se habla en Juan 19.33•34, (Pero al llegar a Jesus, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua). Según el Evangelio apócrifo de Nicodemo el nombre del soldado romano que atraviesa el costado de Cristo es Cayo Casio Longino quien viendo como Jesús expiraba dijo: "Verdaderamente este hombre era hijo de Dios", Marcos 15.39 . Del hisopeo se habla en el Evangelio de San Juan, tras decir Jesus Tengo sed, había una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopeo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. 

    En el ángulo inferior derecho el corazón atravesado por el puñal del que brota una llama de fuego . Este símbolo nos recuerda la predicción del anciano Simeon el día de la presentación de Jesus en el Templo, Lucas 2,35, Y Simeon bendijo a entrambos y dijo a Maria, su madre, Mira, este niño esta destinado para ruina, y para resurrección de muchos en Israel y para ser el blanco de las contradicciones El mundo se dividida en dos bandos, los amigos y los enemigos de Jesus y una espada traspasara tu propia alma para que se descubran los pensamientos ocultos en los corazones de muchos. 

Barrio San Francisco
    En el ángulo inferior izquierdo el martillo y el flagellum taxillatum, con que fue torturado, una especie de látigo compuesto básicamente de un bastón con tiras de cuero. La punta de cada tira se encontraba rematad con fragmentos de hueso de cordero y de plomo. Para la flagelación, el hombre era desnudado, y sus manos eran atadas a un poste. Las espaldas, las nalgas y las piernas eran azotadas, bien sea por dos soldados o por uno que alternaba la posición. La severidad de la flagelación dependía de la disposición de los verdugos y su objetivo era debilitar a la víctima a un estado próximo al colapso o la muerte.
    Alrededor y debajo del motivo central encontramos el nombre de la Hermandad, que en 1947 solo tenia como advocacion la Virgen de la Soledad, no seria hasta 1948 cuando se esculpió y bendijo la imagen de Jesus del Gran Poder, Hermandad de Ntra Señora de la Soledad, Manises y el año de confección del estandarte 1947.

    Nuestro Estandarte siempre precede a los hermanos, que con sus vestas de capucho y capa negra con tunica blanca, participan en las Procesiones, el Miercoles y Viernes Santo junto al estandarte, procesiona la Cruz Guia y los estandarte marianos.

Francisco Gimeno Miñana