lunes, 18 de mayo de 2020

Cuentos y Leyendas




     Cuentan, dicen, recuerdan que pudo existir hace muchos, muchos pero que muchos años............................, así comienzan cuentos y leyendas, relatos populares que la gente ha mantenido durante muchos años transmitiéndolas de padres a hijos. 

     Las fallas es el mejor ejemplo de un bonito cuento y los valencianos los mejores narradores del mismo. Las fallas nos cuentan multitud de cosas y de muchos temas, las fallas son un emocionante cuento que contamos al principio de cada primavera y con el que reímos, y lloramos, y nos emocionamos, y nos alegra que el cuento tenga el final feliz que esperamos todos los valencianos, quemar la falla para volver a renacer de las cenizas y crear la del siguiente año.

      Y las fallas, a través de sus monumentos, de sus ninots, de sus llibrets y de sus cabalgatas, permiten que conozcamos multitud de historias y de relatos. Me viene a la memoria como en la ciudad del barro, la ciudad artesana por antonomasia, Manises, transmiten la leyenda de un túnel construido por los moros que une, pasando por debajo del rio Turia, la torre árabe de Paterna y la torre árabe de Manises. O el cuento popular del “Salt del moro” en el que un joven enamorado huyendo de los soldados que custodiaban a su amada, tuvo que elegir entre rendirse y morir decapitado o saltar con su caballo al vacío y esperar que la suerte apareciera en ese momento. Eligió la segunda opción y no se supo más de este valeroso joven que dio pie a una leyenda que durante siglos ha ido pasando de padres a hijos.

      Pero si hay un cuento gracioso, curioso y que ha permanecido en el tiempo es el "dels donyets de l’horta", y es que claro está que todos hemos perdido algún objeto en nuestra casas que pensábamos que estaba y a la hora de buscarlo comprobamos que no estaba, sin explicación alguna.

        Y es que cuentan los más mayores del lugar que sus padres les contaron, y a estos los suyos, y aquellos los suyos y así en cadena, que había una familia de labradores en los tiempos que moros y cristianos convivían, que vivía en la huerta de Manises y con ellos la abuela Milagros quien no se cansaba de contar a sus nietos las historias de duendes que se colaban por la chimenea y hacían que se extraviasen cosas, que cambiaran cosas de lugar............

       Claro está que nadie le hacia caso y todos pensaban que más que duendes, la única responsable de que se extraviasen las cosas para reaparecer más tarde en lugares insospechados era ella, aquejada de desmemorias y manías propias de la vejez.

      Sin embargo, cuando dos meses después de morir la anciana, una sarten brincó sola del fogón al suelo y Angeleta, que en ese momento extraía de la fresquera un manojo de perejil, contuvo el aliento, presa de un estupor próximo al pánico, “será un alma en pena o la difunta Milagros que quiere hacerse notar”, se dijo, y prosiguió la faena.

      Al hallazgo de sal en el azucarero, la mujer no quiso concederle demasiada importancia “ por Dios, que cabeza tengo”. Pero transcurridas tres semanas del despiste, la inexplicable perdida del almirez que Tonet, el benjamín de sus cuatro hijos, halló por casualidad escondido entre unos aperos de labranza, mientras jugaba en el corral, la hizo mudar de idea, no sin antes cerciorarse de que ningún miembro de la familia lo hubiera llevado hasta allí por alguna razón, olvidándose luego de restituirlo a la despensa. 

      “Vaya, quien lo iba a decir, esto parece obra de los duendes que mentaba la abuela”, concluyó Angeleta, tan medrosa de las animas errabundas como de cualquier encantamiento por benévolo o cautivador que fuera. No obstante, mantuvo la entereza para no asustar a los chicos, esperando equivocarse. Vana ilusión la suya. Porque, con el tiempo, aumentaron los extravíos incomprensibles, los ruidos y el crujir de las vigas, prueba inequívoca de que un fantasma acampaba a sus anchas por la casa sin que a este le importaran lo más mínimos los temores y quebrantos que ocasionaba a su propietaria. Mosqueado también el marido por los extraños sucesos que acontecían cada vez con mas descaro y que, al parecer, evidenciaban la existencia de un hechizo, el matrimonio resolvió, muy a pesar suyo, reunir los ajuares, las gallinas, el perro, la gata, el canario y los cuatro niños, y largarse a escape del, que durante quince años, había sido su apacible hogar, en busca de techo seguro donde cobijarse.

    “Lo haremos bendecir para evitarnos soponcios” decía Miguel, mientras abarrotaba el carro de trastos. Y sus mujer, compungida, asentía.

    Concluido el traslado de enseres, se acomodaron en los huecos libres, animales y personas. De pronto, por el camino, Angeleta, cuya aflicción no le impedía hacer un minucioso recuento de los bienes familiares, presumiendo un olvido garrafal, preguntó alarmada - ¿ Quien de vosotros ha cargado la paella? El silencio fue revelador. Vaya por Dios, ninguno Entonces, la cantarina voz de un ser invisible, precedida de una risa guasona, resolvió el problema - No padezcas, Angeleta, que yo la llevo. Era el duende, les había cogido cariño y se iba con la familia de Angeleta. 

Francisco Gimeno Miñana 

Museo de la Fotografía de Manises


MUMAF
El Museo de Manises la Fotografía

    La Ciudad de Manises siempre sorprende, la artística cerámica que produce en sus distintos estilos premia la mirada del visitante, que además contempla una gran variedad cultural, de la que es un pilar recio el MUMAF (Museo Municipal de la Fotografía) y que convierte a esta población valenciana en un referente dentro del mundo fotográfico. 

    Ubicado en el Edificio del Arte, antigua fabrica de Don Juan Bautista Huerta Aviño, y sobre la base de la colección Carlos Sanchís Garcia con más de tres mil cámaras fotográficas y más de cinco mil fotografías, los curiosos y los expertos contemplaran cámaras de todas las épocas, el visitante irá recorriendo sus salas y pasillos como si una maquina del tiempo fuera, desde la primera cámara Kodak hasta las cámaras compactas, pasando por las cámaras de fuelle o las mas modernas cámaras desechables, todo un elenco de maquinas de fotografiar que no dejará indiferente al visitante. 


Cámara expuesta en el MUMAF

       Sobre las paredes encontraremos la evolución de una ciudad, a través de la mira fotográfica, con más de cinco mil fotografías en el fondo del Museo y el rastro de la fotografía desde principios del siglo XX en la localidad, con la biografía y obra de cinco grandes fotógrafos maniseros como Jose Garcia Planells, Jose Gadea Lujan, Juan Santolaria, Juan Soler y Carlos Sanchís Garcia. Estas imágenes, grabadas perennemente sobre el papel, permiten a mayores y jóvenes descubrir una Ciudad que se supera día a día, viendo la evolución de la cerámica, su producción industrial y su manufactura artesanal y artística, el cruce del Rio Turia para ir a Paterna antes de la construcción del puente, la construcción del aeropuerto, la ubicación de la presa de Aguas Potables que suministraba la Capital, el Obispo Soler, la llegada del Autogiro de Juan de la Cierva a Manises, la presencia militar en el municipio (la Base Aérea con su Ala de Caza y el Cuartel de Artillería Antiaérea), la crecida y desbordamiento del Rio Turia en 1957, la evolución urbana de una Ciudad que ya en 1925, adelantándose a muchas poblaciones, tenia una plan de desarrollo urbano, las bandas de música, la presencia en el curso del año de las fiestas y tradiciones , así como la vida cotidiana de una población que cambio como el resto del mundo en su forma de vestir, en sus celebraciones familiares y en su forma de relacionarse, todas ellas ya son huellas de un tiempo que aún siendo pasado, permanece ante nuestros ojos.


Vista de una sala del MUMAF

    Cualquier persona que visite este Museo de la Fotografía quedará prendado y maravillado ante lo que ha podido contemplar y eso si, será la primera de las visitas que estamos seguros realizará al mismo porque una cosa está clara, si la cerámica de Manises tiene magia y encanto, este Museo conserva la magia de la fotografía de una época que la era digital se ha encargado de convertir en historia. 

Francisco Gimeno Miñana

martes, 5 de mayo de 2020

Las Imágenes Procesionales por F.Gimeno Miñana


LAS IMAGENES PROCESIONALES

 La función de las imágenes dentro de la Iglesia siempre ha estado rodeada de discusiones, unos creían en el valor de los iconos como medio para favorecer la devoción y otros pensaban que se corria el riesgo de que estos ocuparan el lugar de la Palabra y se tomase la imagen como la divinidad misma. Esta situación movió a la Iglesia a precisar como debían ser las imágenes, intentando evitar los extremos de la iconoclastía y la idolatría.

  El Concilio de Trento (1545-1564), con destacada participación de teólogos españoles, precisó una posición claramente favorable a la utilización de las imágenes, pero se advertía que no se adoraba al icono, que éste únicamente servía para favorecer la comprensión de la Doctrina.

  Por es, en Manises, en el año 1994, recogiendo la tradición de nuestros padres, la tradición de un pueblo, intentamos esa manifestación de religiosidad popular, en definitiva esa manifestación de fe que supone cada procesión en la Semana Santa. Me pregunto: ¿cuánta gente conseguiremos que se acerque por unos momentos a Dios hecho hombre, al pasar Jesús Flagelado o Jesús cargado con la cruz?. Aunque sea uno solamente, debemos sentirnos satisfechos porque Jesús no vino a por las ovejas del rebaño únicamente; vino a por esa oveja de la parábola que se desvió en un momento de la vida.

  Y es grata, la manifestación que como pueblo estaremos haciendo al seguir la tradición de nuestros antepasados que está ligada a la tradición de la Parroquia Madre de Manises. Porque para romper una tradición hace falta el vacio de dos generaciones y por fortuna una generación ha sustituido a la otra, siguiendo la cadena que empezaron en 1944 nuestras Hermandades y más atrás en el tiempo, nuestro querido párroco Monseñor Aviñó y su Cofradía del Santo Entierro y hace ya siglos la Cofradía de la Sangre.

  Porque ya hemos perdido demasiadas tradiciones, porque la tradición es el sustento de un pueblo, porque estamos dentro de la tradición de una Nación, España, y porque como cristianos nuestro deber es celebrar la Semana Santa y como españoles debemos añadirle el toque de la tradición popular.

Francisco Gimeno Miñana


(artículo publicado en el Libro-Programa de la Semana Santa Manisera de 1994)