jueves, 18 de abril de 2013

LA LEALTAD PRIMER VALOR QUE MUCHOS OLVIDAN


En los hechos vitales, o se es leal o no se es, no hay termino medio

     Estoy seguro que todos hemos reflexionado alguna vez sobre la lealtad. Personalmente, algunos sucesos acaecidos últimamente, me han llevado a unas reflexiones relacionadas con la lealtad, algo en desuso en estos momentos por gran parte de la sociedad. En una época en la que las personas no se caracterizan por tener un compromiso, estoy seguro que se desconoce el sentido de la palabra lealtad y en la mayoría de ocasiones no llega a ser una actitud propia de las personas de nuestros días.

    Siempre se ha dicho que la lealtad es hacer aquello con lo que uno se ha comprometido aún entre circunstancias cambiantes y adversas, el estar con un amigo en las buenas y en las malas situaciones, es un corresponder, una obligación adquirida libremente que se tiene con los demás, un compromiso de defender lo que creemos y en quien creemos, un compromiso con la sociedad misma, pues quien es traidor en definitiva se queda solo y todos conocemos aquello de “Roma no paga traidores”.

Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras virtudes como el respeto, la responsabilidad y la honestidad con nosotros mismos y con los demás. Lo importante es vivir y sentir esas virtudes por lo que representan para nosotros, y por las personas que en algún momento expresan un pensamiento que coincide con nuestros ideales y nos identificamos con el.

Podemos encontrarnos con insultos, amenazas, calumnias, son armas que poco dicen a favor de quien las utiliza, alianzas pactadas en la sombra porque no se atreven a obrar a la luz del día, aprovechar debilidades ajenas para lograr sus objetivos, jugar descaradamente y sin principios con deslealtades. No importa recibir una serie de golpes, por muy traicioneros que sean, por mantener incólume nuestra convicción, es el enfrentarse a quien sea, defendiendo nuestros principios más honestos, y que la bajeza y ruindad de algunos no nos intimide, porque en definitiva somos y sentimos el sentido de lo que significa la lealtad bajo cualquier condición adversa, seguros que no claudicaremos.

Y, en medio de todo este asunto, está en juego mi sentido de la amistad y la fidelidad. Tengo la conciencia muy tranquila. Las ideas muy claras. Sé perfectamente lo que tengo que hacer: caso omiso a quienes no merecen el apelativo de personas. No ignoro que pretenderán atacarme. Se volverán contra mí, pero tengo unos principios más honestos, porque la bajeza y ruindad de algunos no me da miedo, porque no abandono a los míos cuando las cosas se ponen feas... porque, en definitiva, soy leal.

Leí hace poco un cuento, con el que quiero acabar este escrito, un cuento que transmite bastante bien el significado de la lealtad:

“Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos.

El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".

Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días...

La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada. “

Francisco Gimeno Miñana